No me entra en la cabeza.
No me entra en la maldita cabeza.
O creo que en realidad, soy yo la que no quiere que entre.
Porque no quiero aceptar que no me quieres.
No quiero aceptar que nunca lo harás.
Y mucho menos de la manera en la que yo lo hago.
En realidad, yo no sé lo que es el amor.
Pero seguro que se parece mucho a lo que yo siento por ti.
Dicen que el amor no se puede explicar con palabras,
que se sabe cuando se siente, y lo que yo siento...
No hay palabras,ya lo he dicho.
Ha pasado el tiempo, otros romances,
ha pasado gente por mi vida que,
igual que vino se fue.
Pero tú, sí tú, siempre, y repito, siempre has estado en mi mente.
Desde el primer segundo, desde el minuto uno,
desde el primer momento en el que te conocí, lo supe.
Lo supe sin más, y desde ese maldito momento tengo la cabeza
y el corazón atormentado por tu culpa.
Aunque, no sea tu culpa, sí que es por ti.
No se puede obligar a nadie a que te quiera como tu lo haces.
Pero ojalá se pudiera.
Aceptarlo duele, es difícil, y lo quieres evitar constantemente.
Por eso, cualquier tipo de afecto que me das lo hago tan mío.
Por eso, siento el calor de tu cuerpo como el calor de tu alma.
Engañarme es la única forma que tengo para sentirte mío tanto como yo me siento tuya.
Estoy enamorada de una mentira, de una ilusión, de un sueño.
Pero no lo puedo evitar.
Mi condena es aceptar toda sobra que me des, y hacer mi mundo
de aquello que tú no valoras.
Dicen que el amor es el sentimiento más bonito, pero,
olvidan el detalle más importante: sólo si es correspondido.
Si no, es una tortura para la mente y el alma.
Aquí estoy y estaré, esperando aquel momento que tendré que aceptar
que nunca llegará, pero que espero que algún día te des cuenta de que
como yo te quiero, no lo hará nadie, jamás.
Y esperando que, algún día, aunque sea un poco, tú me quieres a mi también.